Columna: Las organizaciones también pueden ser modificadas genéticamente

María Michalowski, Directora de consultoría en OLIVIA, reflexiona sobre la genética de la organización. 

 Si bien la disciplina de Change Management o Gestión del Cambio ya lleva unos cuantos años, aún existe mucha confusión sobre su función específica. Y en este entorno complejo en el que nos desenvolvemos, el desarrollo de capacidades para gestionar el cambio adquiere una relevancia cada vez mayor para las organizaciones.

Si bien es fundamental trabajar sobre el concepto de que el cambio a nivel general se logra a partir de la sumatoria de los cambios a nivel de los individuos, se debe crear conciencia en toda la compañía sobre la necesidad y el impacto de tal cambio. Sin eso, será muy difícil que los colaboradores resignen su zona de confort y se sumen a un nuevo proyecto.

En general, y a medida que la gente va tomando conciencia sobre la necesidad y la importancia del cambio, su nivel de resistencia va disminuyendo. No es lo mismo implementar un ERP en una empresa de más de 2000 empleados, que hace muchos años venía operando un sistema obsoleto, que implementar una mejora en una herramienta de trabajo en una sucursal de una corporación global, que está acostumbrada a este tipo de proyectos. En cada caso se debe tener en cuenta un factor común: el compromiso de todos y cada uno de los actores que componen una organización y donde los más altos ejecutivos deben ser los primeros abanderados del cambio, construyendo así una efectiva “Red de Patrocinio” o Sponsorship.

Por otro lado, cualquier proyecto de cambio (sea una nueva herramienta tecnológica, una restructuración o el lanzamiento de un nuevo producto) es una “excusa perfecta” para tratar de ir un poco más allá, buscando impactar en la cultura organizacional, generando así el inicio de un proceso de transformación cultural mucho más profundo. Y es precisamente aquí donde podemos decir que tiene lugar una “alteración genética”, donde el cambio comienza a ser un componente fundamental del ADN de la organización.

Revisar la estructura de la empresa, romper silos (incluso quizás a nivel “físico”: los lay outs de las oficinas), cambiar la visión de la forma de trabajo (de tareas llevadas adelante por cada colaborador de forma aislada a una visión de procesos de punta a punta, donde mi tarea impacta en la de mi compañero y viceversa) definir nuevos estilos de liderazgo y modelos de reconocimiento, empoderar más a los colaboradores, entre otros, serán parte de esta tarea de cambio.

Seguramente en este proceso vamos a tener que dejar atrás nuestros antiguos modelos mentales, romper viejos paradigmas, rever nuestros valores y artefactos culturales, emprendiendo un apasionante viaje que tiene comienzo, pero no un fin, ya que ahora nuestro ADN mutó, incorporando el cambio como una constante.

 

 

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