Por Miguel Teixeira, CEO de everis Chile.
A nivel global, antes de la crisis del Covid-19 algunos estudios indicaban que solo el 5% de la población mundial hacía teletrabajo, mientras que actualmente esta manera de laborar creció al 60%. La mayor necesidad de teletrabajar no solo llevó a que las empresas tuvieran que poner a disposición de los colaboradores sus mejores equipos y tecnologías en el menor tiempo posible, sino que impulsó a que países como Chile aceleraran la aprobación y aplicación de cuerpos legales como la Ley de Teletrabajo, que entró en vigencia el 1 de abril de 2020, con tres meses para que las empresas se ajustaran a la nueva normativa.
A la fecha, en base a estudios del mercado y otros que hemos realizado en everis, el balance del crecimiento del teletrabajo en las empresas es positivo. En términos de productividad, permitió la continuidad de las operaciones y resultó muy eficiente. Respecto a la tecnología, el incremento en la adopción de herramientas colaborativas para hacer frente a las necesidades de interacción y trabajo en equipo logró rápidamente soluciones nuevas y prácticas. En América Latina y el Caribe, entre el primer y segundo trimestre de 2020, el uso de soluciones de teletrabajo aumentó un 324% y la educación a distancia más del 60%, según información de la Cepal.
El teletrabajo también aportó al sentido de pertenencia de los colaboradores, al mostrar a las empresas más preocupadas por la salud y el bienestar de sus empleados, y al posicionamiento de liderazgos frente a sus equipos, al concretar decisiones rápidas y comunicación en doble vía.
Pero esta tarea no queda aquí, el trabajo remoto se instaló y es necesario seguir consolidándolo para hacerlo más efectivo. En esto se vuelve clave identificar sus facilitadores, es decir, cuáles son las herramientas o prácticas que facilitan la operación de los colaboradores como, por ejemplo, el liderazgo empresarial, la cultura organizacional, la comunicación, las habilidades y competencias digitales.
Además, es necesario saber el nivel y forma de compromiso de los empleados: tener claridad de qué los identifica y compromete con su organización. En este sentido, se deben medir aspectos como la adopción de nuevas tecnologías, aprendizaje, trabajo en equipo, compromiso y el liderazgo personal.
Así, la nueva realidad nos exige adaptarnos y se nos presenta como una oportunidad para mejorar la experiencia de las personas dentro de la compañía y potenciar la cultura organizacional, en un contexto de libertad responsable, clave para que el teletrabajo siga consolidándose como una alternativa para las empresas, más allá de la pandemia. Como responsables de las operaciones y dinámicas diarias de las compañías, esto debe ser una preocupación prioritaria para directores y gerentes generales. Pero además, debe ser parte de su propio actuar, pues son los primeros facilitadores de estos procesos, y quienes deben marcar la pauta y dar el ejemplo con sus propias acciones. Solo de esta manera las organizaciones vivirán esta adopción de una forma más rápida y productiva.