Por qué pensar en las ciudades como espacios inteligentes

Woman looking at a wall projection of a digital code.

Por Francisco Guzmán, director de Claro empresas

Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas, Big Data, Nube, entre otros, son términos que durante los últimos años han ido sumando popularidad dentro de empresas e industrias. Sin embargo, hoy uno de los grandes desafíos se centra en expandirlo a la ciudadanía. En esa línea, uno de los términos que forma parte de este ecosistema es el de smart city pero, ¿qué significa realmente que una ciudad sea inteligente?

En palabras simples es un espacio en que convergen tecnologías y sostenibilidad para mejorar la calidad de vida de las personas que viven en ese espacio. En ese sentido, el estudio IESE Cities in Motion Index (CIMI) plantea que Santiago de Chile es una de las ciudades más inteligentes y sostenibles de Latinoamérica. ¿Cómo lo está consiguiendo? A través de la colaboración del mundo público y privado. De hecho, hay iniciativas como Sé Santiago -programa estratégico de Corfo-, que se ha impuesto como motto activar y articular la generación de soluciones en torno a la movilidad, seguridad y medioambiente para el Gran Santiago, utilizando diferentes tecnologías.

Detrás de cada articulación generada hay un impacto social claro y relevante. Por ejemplo en la línea de movilidad apuestan por los paraderos inteligentes que, además de dotar de conectividad la infraestructura y seguir los pasos de ciudades como Barcelona, Helsinki y Groningen, entre otras, permite indagar en aspectos que cada vez toman mayor relevancia en el desarrollo de políticas públicas como la perspectiva de género. Así, a través la data generada se busca identificar quiénes usan los espacios públicos, en qué horarios y sumarlo a información como con índices de victimización e ir mejorando aspectos como la frecuencia, iluminación y seguridad del entorno.

Pero no solo se trata de seguridad, medioambiente o movilidad, pensar en ciudades inteligentes conlleva una de las claves para el devenir de las urbes: la resiliencia. En la medida en que se use la data para mejorar los espacios, estos estarán más preparados para enfrentar tanto desastres naturales, como desafíos propios de lugares cuya población tiende a envejecer, además de las nuevas necesidades surgidas a partir de la pandemia.

Sin duda, poco a poco hemos sido testigos de la senda que están tomando las ciudades, donde la tecnología tiene un rol fundamental para mejorar la calidad de vida y que debemos seguir fomentando de la mano de las alianzas público-privadas. Pensemos en ciudades inteligentes, cómo potenciarlas, qué aplicar y producir, así podremos dar mayor bienestar a la ciudadanía y posicionar no solo a Santiago, sino a todo el país como líder en materia de smartcities.

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